El antígeno prostático específico (APE) es una enzima glucoproteíca producida casi exclusivamente por la glándula prostática, con el fin de licuar el semen eyaculado que normalmente es espeso y en cuestión de minutos se hace líquido permitiendo un medio para que los espermatozoides se movilicen libremente.

También se cree que es útil para disolver la capa mucosa del cuello uterino, permitiendo la entrada a los espermatozoides. Una pequeñísima parte de éste antígeno prostático específico pasa a la circulación sanguínea de hombres sanos y enfermos y es precisamente éste APE que pasa a la sangre, el que se mide para el diagnóstico, pronóstico y seguimiento del cáncer -tanto localizado a la próstata como el que se ha diseminado – así como la prostatitis. Los niveles normales en sangre de APE en los varones sanos son muy bajos, del orden de millones de veces menos que el semen y se elevan en la enfermedad prostática. Los valores de referencia para el APE sérico varían según los distintos laboratorios, aunque normalmente éstos se sitúan de 0 a 4 ng/mL.

La producción de APE depende de la presencia de la testosterona y del tamaño de la glándula prostática. El APE se aumenta también en situaciones que no son cáncer como con el agrandamiento de la próstata, llamada también hiperplasia benigna de próstata o HBP, fenómeno que ocurre en muchos hombres conforme van avanzando en edad. También puede aumentar en caso de irritación, prostatitis -que es una inflamación de la glándula prostática- y el infarto prostático. El APE también podría aumentar normalmente y lentamente conforme avanza la edad del hombre, incluso si la próstata es normal.

La eyaculación puede provocar temporalmente un aumento en la sangre de los niveles del APE; razón por la que se recomienda abstenerse de relaciones sexuales un mínimo de 2 días antes de la extracción de sangre para el estudio del APE. Contrario de lo que se ha creído durante años, el tacto rectal no altera significativamente los niveles del APE. Utilizando conjuntamente el valor del APE y el tacto rectal se puede descubrir más del 60% de los cánceres de próstata que todavía están localizados.